La tranquilidad de vivir sabiendo que no te van a comer.
Magdalena llegó al Santuario en las navidades de 2012. Ella era un bebé de tan solo un mes que fue comprada por un empresario para que sus empleados jugaran a cogerla, y quien ganara se la podría comer en navidad.
Por suerte para ella, en Catalunya cada vez hay más conciencia hacia los demás animales, y los empleados se negaron a realizar dicho juego y nos llamaron para que pudiera vivir aquí para siempre.
En la imagen la vemos disfrutando de su siesta bajo el sol primaveral, sin miedos y sabiendo que aquí puede hacer su vida sin que nadie le haga daño. Es íntima amiga de Albertito, con quien siempre duerme por las noches.
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