Así es un día cualquiera para los cerdos que viven el Santuario. Como podéis ver, cero estrés. Los cerdos disfrutan muchísimo de los baños de barro. Ellos no tienen glándulas sudoríparas en la piel y no pueden regular su temperatura a través del sudor. Por eso lo hacen refrescándose con el barro y el agua. Además también les ayuda a no tener contra los parásitos externos. Sus caras de felicidad lo dicen todo.
Esta es la vida que deberían tener todos los cerdos, pero la realidad es bien diferente. Millones de cerdos viven hacinados en granjas, siendo engordados para luego ser enviados al matadero. Nunca, en su corta y miserable vida, van a poder ver el sol, ni mucho menos disfrutar de una charca como lo hacen Jesús y Eros.
I am
I am