En mayo se cumplió 6 años de la llegada de Lidia al Santuario, una yegua que capturaron cuando era joven y vivía libre en una manada salvaje de Galicia para domarla y utilizarla para trabajar en el campo. Cuando se hizo mayor y dejó de ser útil, la abandonaron. Fue a subasta por un ayuntamiento y como nadie la quiso, iba a ser enviada al matadero, pero por suerte acabó en Fundación Santuario Gaia.
Desde que sus amigas Victoria y Paula fallecieron, ha cambiado mucho su carácter y se ha vuelto más cercana a nosotros y se deja ayudar, ya que siempre ha sido muy distante. Sus amigas la cuidaban, la guiaban al caminar porque casi no ve, y la protegían en todo momento. Era muy emocionante ver a Paula corriendo histérica y relinchando porque había perdido de vista a Lidia, lo pasaba realmente mal cuando se despistaba, como daba su vida por su amiga Lidia.
Cuando Lidia, Paula y Victoria se vieron por primera vez, se dieron una paliza de coces. Se pegaban tanto, que teníamos miedo de que un día se hicieran mucho daño. Una mañana apareció Lidia con la cabeza sangrando sin parar de una coz que le había dado Paula, y sin embargo, con el tiempo, Paula no podía vivir sin sus amigas.
La verdad es que la vida tampoco se ha portado muy mal con ellas, porque si se hubieran muerto antes Lidia y Victoria, quedándose sola Paula, seguramente hubiera muerto a los pocos días por depresión, porque el vínculo que tenía con ellas, nunca hubiera superado la muerte de sus dos grandes amigas. En el Santuario aprendemos mucho sobre los demás animales, y nuestra conclusión, es que no hay diferencias entre ellos y nosotros, las diferencias nos las hemos inventado los humanos para creernos superiores, pero cuando los conoces de verdad, te das cuenta que no les llegamos ni a la altura de las pezuñas.
I am