Esta oveja tan hermosa que veis se llama Lucrecia. Ella llegó a Fundación Santuario Gaia hace casi 3 años junto con otros 5 corderos y una cabrita. Procedían de una granja donde se encontraban en pésimas condiciones y donde habían muchos animales muertos. Su destino era ser la comida o cena de Navidad de ese año, como pasa con millones de corderos que son criados para matarlos y así ser la comida en las celebraciones navideñas.
La cara de felicidad que tiene es porque está usando el tronco del árbol para rascarse. Las ovejas y cabras usan los árboles y las ramas para poder rascarse en aquellas zonas de su cuerpo a las que no alcanzan con sus pezuñas. Les encanta hacerlo y para ellas es todo un gusto…igual que nos pasa a los humanos. ¿A qué no somos tan diferentes?