Los burros del Santuario ahora están en un espacio muy grande con mucho bosque. El sitio les encanta porque hay mucha sombra y se está muy fresquito en estos días de tanto calor.
No paran de jugar y correr por todo, y claro, cosas que pasan, hace unos días Manel se hizo daño en el ojo derecho con una rama, así que todos los días le hacemos la cura y se deja tranquilamente.
Es increíble como confía Manel en nosotros después de la historia tan fuerte de maltrato que vivió, como ha aprendido que hay humanos diferentes a los que él conoció, y que aquí nuestras manos están para curar y acariciar.
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