Manel y Shalom son padre e hijo, dos gotas de agua pero con historias muy diferentes. Manel con una historia de maltrato y abandono muy triste, y Shalom su hijo, nacido en libertad en el Santuario. Manel fue rescatado de una finca de Sevilla porque había sido abandonado sin agua ni comida, y donde convivía junto con los cadáveres de otros animales que no consiguieron sobrevivir. Llegó al Santuario junto a su compañera Seina y Gabriela, hija de los dos.
Seina llegó embarazada y a los pocos meses dio a luz a Shalom. Él no ha conocido nunca el maltrato ni una vida de explotación, solo el amor y el respeto, siendo libre viviendo junto a su familia.