Mientras preparamos el desayuno en la nave, las ovejas y cabras esperan fuera en el patio con más o menos paciencia, porque a medida que se acerca el momento de abrir las puertas para desayunar, ya se amontonan todas en la entrada. Igual que el primer día de rebajas en unos grandes almacenes. Lo hacen todas menos Marcos. Él no se pierde nada de lo que ocurre dentro de la nave. Controla que todo lo hagamos bien y a su gusto, no vaya a ser que pongamos el heno donde no toca. Además, de esta manera, siempre es el primero en entrar y coger el mejor lugar en los comederos.
Marcos es un muflón que llegó a Fundación Santuario Gaia con unos días de vida. Lo encontraron tras ser atropellado en una carretera inconsciente y malherido. Desde entonces, nosotros lo hemos criado como a un hijo y es uno de los habitantes más cariñosos que viven en el Santuario. Para nosotros siempre será un bebé.