Mataron a mis hijos, me ataron de pies y manos y me dejaron en un precipicio para que muriera.
Me abandonaron porque se cansaron de mi y lo hicieron cuando estaba embarazada. Cuando tuve a mi hijo y creció me hizo madre de nuevo, pero vinieron unos cazadores y mataron al hijo que nació de mis entrañas.
A los meses volví a dar a luz a otro precioso hijo, tenía mucho miedo porque volví a ver a esos cazadores, pero no pude hacer nada, me lo mataron siendo aún un bebé, tan solo tenía días de vida. Yo ni siquiera me merecía un tiro en la cabeza, quisieron verme sufrir, así que me ataron de pies y manos con un cordón de zapatos, me dejaron en el borde de un precipicio para que cayera al vacío.
Soy fuerte y a pesar de tener el alma rota quise seguir viviendo, pero esos cordones seccionaron mis tendones, mi vida se apagaba.
Ahora estoy a salvo en Santuario Gaia, con unos humanos que han sabido respetar mi espacio, porque he pasado meses con mucho miedo, no pensaba que había humanos con buen corazón. Unos mataron a mis hijos y me hicieron sufrir, pero otros me han dado una familia con la que han llenado ese vacío que se me quedó en el alma con la muerte de mis hijos. Ahora soy feliz, noté como mi alma se recomponía el día que me dieron un nombre, Mari Carmen..
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