Nathalie y Alix son unos auténticos torbellinos. Tienen una energía y unas ganas de vivir que nos contagia. La única manera de poder hacerles una fotografía y que se estén quietas, es a la hora de sus biberones. De otra manera es imposible. Pero eso es muy buena señal, porque son bebés y así es como debe ser. A pesar de ser mucho más pequeñas de lo normal, están creciendo sanas y fuertes. Las dos son hermanas de la misma camada y nacieron con un retraso del crecimiento. Por ese motivo las querían sacrificar, ya que pensaban que no sobrevivirían y, aunque lo hicieran, su desarrollo sería mucho más pequeño y en la granja no podrían obtener el mismo beneficio económico que con el resto de los lechones. Por suerte una de las veterinarias se las llevó a su casa y las crió hasta que llegaron a Fundación Santuario Gaia.