La verdad que a veces nos da pena cuando crecen y dejan de ser nuestros niños, como le sucede a la mayoría de los padres, pero ver que han crecido tan sanos y tan fuertes, nos alegra la vida. Oriol ya es todo un hombrecito y dentro de poco pasará a vivir con el resto de ovejas, porque ya es muy mayor para estar en la zona de los bebés. Lo bueno es que irá junto con Manuela y Úrsula, con las que ya tiene un vínculo y así los tres no se sentirán al principio, tan descolocados.
Él llegó hace 5 meses a la Fundación Santuario Gaia. Lo habían encontrado solo, llorando, en un parking en el Prat de Llobregat, con apenas unos días de vida. Nos dio mucha pena que estuviera solo sin su madre, pero realmente esta desgracia es la que le ha salvado la vida. Su destino hubiera sido el matadero de haber seguido con su madre en la explotación donde se encontrase, pero ahora tiene todo un futuro por delante, un futuro donde nunca será maltratado ni explotado.