Patricia es una cerdita de tan solo un mes de vida a la que su madre la aplastó porque no se podía mover al estar encerrada en una jaula, las llamadas parideras, donde encierran a las cerdas que están en las granjas intensivas.
Como no podía caminar la iban a matar, aunque hubiera pasado lo mismo en unos meses si caminara, porque el destino de los cerdos en las granjas es el matadero. En el Santuario nos pusimos manos a la obra para conseguir que no la ataran y nos la dieran, y al conseguirlo la llevamos al Hospital veterinario donde ha estado ingresada una semana haciéndole pruebas.
Ahora cada día le hacemos rehabilitación para intentar que sus piernas cojan musculatura y que algún día comience a caminar por si sola. Nosotros no perdemos las esperanzas y soñamos con verla correr por los prados verdes del Santuario.