Pedro pesa más de 1200 kg, y aunque a todos nos impresiona su enorme tamaño, ninguno tenemos miedo a su lado porque es todo AMOR. Es de la raza frisona, la raza que explota la industria láctea porque esta raza, las vacas son las que más leche producen. Con el paso de los años, los humanos, han ido realizando selección genética de esta raza para que cada vez produzca más leche y así obtener mayores beneficios, pero a costa de la salud de las vacas ya que el producir tantos litros de leche al día debilita mucho sus cuerpos.
Cuando alguien ve a Pedro piensa que es una vaca, porque se asocian las manchas blancas y negras a las vacas, pero los machos de esta raza también son así, aunque no se vean porque al nacer son enviados al matadero. Para que una vaca produzca leche, primero tiene que quedarse embarazada y dar a luz, como ocurre con todos los mamíferos. Por eso en las granjas lecheras a las hembras las inseminan artificialmente todos los años para dejarlas embarazadas, y cuando nacen sus bebés, se los quitan para encerrarlos en jaulas apartadas de sus madres, y así evitar que se beban la leche que va a ser vendida para consumo humano. Si el ternero es macho su destino será el matadero, y si es hembra, quizás se la queden para sustituir a alguna vaca que consideren mayor. Una vaca tiene una esperanza de vida de unos 25 años, pero en la industria láctea, con 6 años ya son enviadas al matadero, al ser consideradas mayores porque bajan su producción de leche. Así de cruel es la industria láctea. Y esto no solo pasa con las vacas, sino también con las ovejas y cabras. Por eso consumir productos lácteos, es contribuir con el maltrato animal.
