A Pedro le encanta siempre observar todo lo que pasa y hacemos en el Santuario, y antes de irse a los prados grandes a pasar el día con las demás vacas, toros y équidos, se para frente a la puerta donde desayunan las cabras y ovejas para obervarlas.
Él llegó al Santuario siendo un bebé porque lo enviaban al matadero por nacer macho, como ocurre en todas las granjas lecheras, tanto sean ecológicas como intensivas. Se crió con Olga, una corderita de la que se hizo muy amigo e iban a todos lados juntos. Pero por motivos de seguridad, en el Santuario hay que separar a los animales grandes de los pequeños, ya que al tumbarse una vaca puede herir a uno de los animales pequeños sin darse cuenta, y son 163 ovejas y cabras las que viven en el Santuario, siendo imposible controlar que pueda haber algún percance.