Hace tres semanas que Coque y yo nos vinimos al nuevo Santuario a empezar a trabajar para dejarlo todo listo y así poder traer a los demás habitantes. Durante todo este tiempo hemos estado apartados de los casi 260 animales que viven en Santuario Gaia, solo íbamos de vez en cuando porque Ramón está allí cuidándolos.
Cada vez que íbamos venían todos corriendo a saludarnos al ver la furgoneta, pero los momentos más bonitos los estamos viviendo desde que los hemos traído al nuevo lugar.
El primer día que vinieron me tuve que pasar todo el día con ellos fuera, porque no me dejaban salir. Si salía, Verónica, Helena, David, Fabiola, Adam y Rubén se ponían a llorar, así que me quedé todo el día junto a ellos para que estuvieran tranquilos y se sintieran protegidos.
Como estamos trabajando todo el día arreglando el nuevo sitio, en cuanto entramos donde están ellos se ponen a correr hacia nosotros chillando muy contentos. David, con lo gamberro e independiente que ha sido siempre, no para de rozarse con nosotros, subiéndose encima, al igual que Vero y otros muchos. Se les nota demasiado que nos quieren y que nos han echado mucho de menos.
Somos afortunados de vivir estos momentos, y tenemos la obligación de contaros todo lo que vivimos, y así dar a conocer como son los animales cuando no son explotados ni utilizados como objetos para nuestro beneficio.