Para Ramona es la primera vez en su vida que no le arrebatan a su hija. Ella pertenece a una raza de vaca que es explotada por su carne. Hasta llegar a Fundación Santuario Gaia, durante toda su vida, le han ido quitando los hijos que iba teniendo, para engordarlos y enviarlos al matadero.
Cuando llegó al Santuario estaba embarazada y poco después dio a luz a una preciosa ternera, Zuriñe. Para nosotros fue uno de los momentos más bonitos que hemos vivido en el Santuario, tanto por el hecho del nacimiento, como porque sabíamos que Ramona podría disfrutar de su hija toda su vida.
El vínculo que tiene una vaca con su hijo es impresionante y nosotros lo podemos constatar viendo el comportamiento de Ramona con Zuriñe. Al poco de nacer Zuriñe se puso muy enferma y tuvimos que separarla durante un tiempo de su madre. En esos momento se nos rompía el corazón porque Ramona estaba desesperada buscando a su hija y a Zuriñe le pasaba exactamente lo mismo. Por eso no podemos ni tan siquiera imaginar el dolor que deben sufrir las vacas en las explotaciones cuando les roban a sus hijos.
