Con tantos bebés en el Santuario intentamos que no le perdáis la pista a ninguno de estos nuevos y adorables habitantes.
Hoy os mostramos más de cerca a Rigoberto, que llegó al Santuario con pocas semanas de vida con su madre, Rigoberta, y el resto de ovejas del horrible decomiso de Albacete.
La primera semana estaban muy recelosas con los humanos, como es normal, habiendo conocido las terribles condiciones en las que se encontraban nos podemos imaginar la vida de miedo y sufrimiento que han llevado.
En el Santuario respetamos mucho los procesos de adaptación de los nuevos habitantes, que como los humanos, necesitan su tiempo para reponerse de una situación traumática, no nos acercamos, ni los tocamos, dejamos que sean ellos los que tomen la iniciativa.
Por eso esta fotografía es un regalo, el regalo de la confianza , y la mirada de este bebé que nació en un infierno pero que de alguna manera sabe que jamás nadie volverá a hacerle daño.
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