Roberto llegó al Santuario hace dos años y tres meses, y mirad que guapo es. Y aunque haya pasado tanto tiempo desde que llegó, sigue siendo muy cariñoso; porque en cuanto nos ve, viene corriendo hacia nosotros.
Fue encontrado siendo un bebé, solo y cojeando de una pierna. Se le hicieron muchas pruebas, tratamientos, infiltraciones en la articulación, un exhaustivo examen neurológico para descartar posibles causas, y al final el diagnóstico fue una artritis infecciosa.
Él vive muy feliz con el resto de ovejas y cabras del Santuario, y cuando le vemos nos hace muy feliz, porque si no hubiera venido al Santuario, habría terminado su vida en un matadero, como es habitual en los los machos que nacen en las granjas.