Ismael ayudó a Savi a nacer y sus primeras semanas de vida vivió con él, hasta que estuvo fuerte y fuera de peligro. Cada vez que Savi ve a Ismael, corre hacia él y no para de darle besos, reclamando sus mimos.
Nunca olvidaremos ese día, un día en el que su madre nos la entregaba porque sabía que se estaba muriendo, un día de alegría por su nacimiento pero al día siguiente de mucho dolor. Ismael se quedó esa noche durmiendo en la montaña, en los prados grandes junto a Freser, su madre, porque no quería que estuviera separada de su hija, y estuvo toda la noche cuidando de las dos hasta que al amanecer, Freser nos dejaba e Ismael entraba en estado de shock.