Todas las mañana la misma historia con Pedro. Como nos dejemos las puertas abiertas de la nave donde desayunan las ovejas y cabras, enseguida llega Pedro y se queda embobado mirando a sus amigas. Y no hay quien lo saque de ahí. Pedro ya ha sido rebautizado por muchos de vosotros como “El toro del visillo”, y la verdad que el mote le viene al pelo, porque es un cotilla de cuidado. Pero, ¿cómo vamos a negarle nada a este grandullón?, si luego nos mira con esa carita y nos derrite. Estos momentos nos llenan de felicidad y queremos compartirlos con vosotros para que disfrutéis un poco de la vida del Santuario.