Después de más de un año desde que enfermó, Sandy nos ha dejado. Hace a penas unas semanas volvimos al veterinario con ella porque tenía un problema en una de sus alas, el mismo que tenía en sus extremidades posteriores. Era una infección por Staphylococcus aureus, una bacteria que es muy típica en las granjas y que es muy complicada de combatir con antibiótico. Esta bacteria lo que hace es degenerar las articulaciones, provocando una artrosis y atrofiando las extremidades.
A pesar del tratamiento, sufrió un empeoramiento muy drástico y hemos tenido que ayudarla a irse, ya que tenía un gran dolor y no tenía calidad de vida. Ha sido un momento muy doloroso para nosotros, pero lo primero era pensar en su bienestar y, sabiendo que no había esperanza de mejoría, no queríamos verla sufrir más.
Sandy ha sido uno de los habitantes más mimados y cuidados del Santuario, sobretodo por su “madre” Olivia, que ha estado pendiente de ella y procurando que su vida fuese lo más cómoda posible. Es muy bonito y emotivo ver como una persona se desvive por el bienestar de un animal, dándole todo el cariño del mundo, pasando noches sin dormir e ideando nuevas formas de que estuviese mejor. Y más si ese animal es un pavo, que para la mayoría de la gente no tiene ningún valor y solo piensan en ellos como comida. Verla como alguien no algo, es realmente la empatía.
Nos ha dejado un vacío muy grande en nuestras vidas y se nos hace muy cuesta arriba no verla en el jardín tomando el sol, uno de los momentos del día que más le gustaban, o pidiendo que le diéramos de comer. Nos consuela pensar que hemos hecho todo lo posible por ella y que, por lo menos, ha tenido la suerte de sentir el cariño y el amor.
